Hijo de una renombrada regalada: Me siento muy feliz de haberte conocido.
Hasta la tanga roja me coloqué
y acodada a la barra del bar donde solías estar,
me decidí a esperar ver tus dos pies entrar
pero lo único que conseguí, fue no parar de pensar,
en los dos ojos que no me dejaban de mirar
y cual niña ingenua a su mirada me tuve que entregar.
Como me iba a imaginar
que gracias a vos me fui a enamorar.