Estaba sola, pero no se sentía así, su mente viajaba entre obligaciones y un cansancio ficticio que inventaba cada vez que su voluntad no alcanzaba. Se pasó el día leyendo como la mayoría de sus días libres, como la mayoría de sus días. Era hermosa y apenas lo sabía. Su padre le dejo unos duraznos para q se hiciera un jugo pero ella solo quiso comer, algunos días vive del aire y otros días su vida es demasiado amarga que necesita mieles terrenales. Es feliz, quiere ser feliz, lo piensa lo busca pero no responde, ella no desiste, el le gusta con locura.
Agotada de la tele que le taladraba la cabeza se hizo un té de canela y naranja, el aroma de la canela le recuerda al aroma del arroz con leche que su abuela confidente le hacía para ella y la naranja traía a su mente la frescura de los veraneos mas hermosos de su infancia. Mientras bebía su exquisito té pensaba en él, pensaba que ni sospecha lo que ella lo quiere pero se da cuenta que esta nerviosa que algo la hace replantearse los sentimientos... Quiere seguir leyendo su libro, le intriga el final... Pero le intriga más el final de su propia historia quiere saber más, se siente impotente e insegura, maldice en ingles a todos los hombres y bendice a su madre que le prestó plata, la llama con la mente pero parecen no sincronizar, ahora se siente sola y quiere llamarlo pero no lo hace, se sirve otra vez té importado en su taza importada.
Se decide y hace el bolso se va de vacaciones, las necesita, no esta cansada realmente pero quiere estar con su familia, los extraña pero sabe que al cabo de unos días va a querer volver a la soledad de su apartamento, la soledad la seduce le gusta pero la melancolía de no tenerlo le hiere, se siente en paz por terminar el bolso y piensa, piensa que el final del libro era mejor de lo que esperaba y que su vida seguramente será así también, no espera grandes cosas pero la vida la fue sorpendiendo y la felicidad ahora si existe. Añora la tranquilidad de estar enamorada pero la soledad la sedujo.
